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Muerte y enfermedad

Muerte y enfermedad Escribió Javier Tusell sobre la enfermedad y la muerte:

"La enseñanza más importante que se recibe de la experiencia de la enfermedad es la de la solidaridad. Éste es un término malbaratado por el abuso excesivo que de él se hace: la solidaridad se da por su puesta e incluso aparece monótonamente en los programas de los partidos políticos. Pero, como es lógico, se trata de algo más profundo y decisivo. Se refiere a la especie de comunión que se establece entre el enfermo -el indigente- y quienes le cuidan, le quieren de algún modo o se compadecen -en el más literal sentido del término- en sucesivos círculos concéntricos. En la enfermedad descubres, no rememoras porque hasta el momento no has vivido esa experiencia, los pliegues infinitos, hasta el último recoveco, del amor conyugal y familiar. Se te presenta con meridiana claridad que sin ese apoyo te resultaría imposible siquiera enfrentarte a las circunstancias. Te prometes, llegado a la esencia de las cosas, ser al máximo selectivo con tu tiempo y disfrutar hasta el fondo de los otros. Te preguntas si, llegada la ocasión, podrás tú responder de modo semejante (y tienes la desasosegante sensación de que la respuesta es negativa). Te sorprende y te emociona de modo especial descubrir lo que le importas a gente que has tratado poco o que te resulta desconocida. Te maravilla la gratitud y la espontaneidad de su sentimiento. De todo ello no podrías haber gozado antes -porque, en efecto, se disfruta- de no ser por la experiencia de la cercanía a la muerte".

"A la conformidad supongo que se puede llegar con la pura racionalidad, pero en mi caso también por la fe religiosa, ese sentido de la ordenación del mundo. Para algunos quizá la creencia signifique el consuelo de una prolongación vital y la promesa de una compensación ante los padecimientos. Yo la veo más como esa conformidad, tanto de cara al futuro como en el balance personal respecto del pasado. Nace de la consideración de Dios como Padre y de ti mismo como ese apóstol que ha podido fallar y que se dirige a Jesús con una frase que denota, a la vez, sumisión y reconocimiento de esa falibilidad: "Señor mío y Dios mío"".

1 comentario

Carlos -

Oye, que lo he releido más despacio y me ha gustado mucho, de verdad.