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cuatrodecididos

Al hambriento pertenece el pan que reservas,
al desnudo la ropa que guardas en el armario,
al descalzo el zapato que se pudre en tu casa,
al necesitado la plata que has enterrado.
Pero tú eres contentadizo e inaccesible;
tú evitas todo encuentro con un pobre,
para no verte obligado a entregar sólo un poco.
Y no sabes decir más que una cosa:
No tengo nada y no puedo dar nada, pues soy pobre.
Sí, realmente eres pobre:
pobre en amor, pobre en fe en Dios, pobre en esperanza eterna.

Basilio de Cesarea

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