En África he conocido el poder de la dignidad
"En África he conocido el poder de la dignidad"
Sebastião Salgado (Minas Gerais, Brasil, 1944) viajó por primera vez a África en 1971 para trabajar como economista de la Organización Internacional del Café. Nace entonces su amor por la fotografía y por todo lo que ve en el continente africano. Abandona el mundo de los números y se convierte en reportero gráfico.
Con su inseparable Leika, ha visitado centenares de veces el continente africano retratando todo aquello que le llama la atención por su dignidad. Una selección de las fotografías tomadas en estos viajes se exponen a partir de hoy en la sala de exposiciones del BBVA en Madrid, dentro del programa PHotoEspaña 2007.
En 56 imágenes de gran formato, siempre en blanco y negro, Salgado ofrece emocionantes miradas sobre niños y mujeres recolectando té en Ruanda, sobre nómadas en el desierto del Sáhara, sobre las consecuencias de las incontables guerras fratricidas y los intentos de migrar hacia Europa. Y siempre, espectaculares paisajes de un continente que revienta por las cataratas de sus ríos, por los cráteres de sus montañas. No podían faltar tampoco primeros planos de elefantes y gorilas.
"Esta exposición", explica Salgado, "es parte de mi vida. Todo lo importante me ha ocurrido mientras hacía estos viajes. ¿Qué he aprendido? He conocido el poder de la dignidad. Es un poder tan fuerte que tengo esperanzas de que acabe con la miseria, con las guerras, con la injusticia que sufre toda esta gente. África tiene una población muy trabajadora y, a cambio, no tienen casas, ni educación, ni sanidad. Es hora de que empiecen a recibir un poquito de lo mucho que se les ha quitado. Creo que es el momento de devolver algo de lo mucho que sale de allí".
Salgado reconoce que ha pasado momentos peligrosos mientras tomaba algunas de estas fotografías y muestra restos de mortero en el pecho y en un brazo. "El peor momento lo sufrí en Angola, durante un ataque de la guerrilla cuando viajaba acompañando a un grupo de soldados portugueses. También pasé mucho peligro perseguido por un elefante salvaje en Namibia".
¿Ha habido alguna situación cuya dureza le haya conmovido especialmente? "La situación más dura me ocurrió en Brasil. Tenía ante mí a un hombre, posiblemente trastornado, al que habían atado con unas cadenas a un muro. Su mirada me impactó tanto que no pude fotografiarle".
Salgado, considerado uno de los grandes de la fotografía en todo el mundo, habla con entusiasmo de su oficio y se considera un privilegiado. "Trabajar como reportero gráfico es un privilegio. Frecuentar el planeta buscando algo que luego recoges en una fracción de segundo es un lujo. Yo cuento lo que quiero a partir de historias de los otros, pero en esas fotografías está la historia de mi vida".
Añade que es optimista respecto a lo que se pueda hacer con una cámara en la mano y le agrada ver una cierta preocupación universal por el dolor que se vive en África. "Insisto en que a base de dignidad lograrán que se les reconozca la deuda que Occidente tiene con ellos".
¿Utilizará alguna vez una cámara digital? "Jamás", responde contundente. "Yo sólo trabajo en blanco y negro. En el gris tengo todos los colores del mundo. Eso no se consigue con una cámara digital. Es otro mundo, no el mío". Y habla de un último problema: escasea el tipo de papel que él utiliza para sus revelados. "Terminaré fabricando el papel y la película. Quedamos pocos trabajando así".
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