Sin partido pero afiliados a las ONG
Los menores de 30 confían en el asociacionismo y el voluntariado para participar en cambios sociales rápidos y palpables
En pleno centro de Madrid, un grupo de jóvenes que representa a la ONG ACNUR asalta a quienes los quieran oír. Les cuentan los problemas que padecen miles de refugiados por todo el mundo y lo fácil que es poner un granito de arena para intentar solucionarlos: menos de 10 euros al mes. La mayoría pasa de largo sin detenerse; otros los escuchan por educación y se marchan sin contribuir. Pero después de un fin de semana de trabajo, cada joven consigue convencer a alrededor de media docena de personas para que colaboren con los refugiados. A tenor de las encuestas sobre valores de la sociedad, si quienes estuvieran en esa calle reclutando donativos fuesen miembros de partidos políticos, se quedarían lejos de esa cifra. Y su éxito sería todavía mucho menor entre los jóvenes, cuyo desapego de la política crece a pasos agigantados. Las ONG son su referente, las instituciones más valoradas, según el informe Juventud en España 2008. Son un medio para aprovechar su tiempo, para reconfortarse, para sentir que hacen algo útil. Pero el tercer sector es más que eso. Dice el sociólogo Félix Requena: "Un indicador de la salud de la democracia".
Si atendemos a los números, la salud no es mala, aunque venimos de una tradición asociativa muy inferior a otros países de nuestro entorno. La participación en ONG viene creciendo sin parar en los últimos años. Las plataformas que las agrupan no tienen datos de 2008 y puntualizan que trabajan en un sector muy fraccionado donde es difícil hacer cálculos globales. Sin embargo, casi todas manejan cifras parecidas: más de un millón de personas trabajan como voluntarios en España, y alrededor de cinco millones aportan dinero en mayor o menor cuantía a alguna ONG. Esto es algo menos que el número de personas que van cada domingo a misa, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Sin embargo, las organizaciones no gubernamentales tienen mejor consideración que cualquier religión. Y no sólo entre la juventud. Como apunta Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de Esade, diversos barómetros han ido mostrando a lo largo de los años que estas instituciones son las que gozan de mayor credibilidad.
Sin embargo, las siglas ONG pueden tener muchos significados. "Se atienen al mismo régimen fiscal que una peña de fútbol y, lógicamente, no nos referimos a ellas", dice Leticia Tierra, gerente de la Plataforma del Voluntariado. Su organización ha puesto en marcha un observatorio que pretende ir conociendo un poco más su propio mundo. El pasado julio publicaron un primer estudio que permitió conocer el perfil mayoritario de quienes regalan su tiempo a la acción social: mujer, con estudios altos y por debajo de los 45 años.
Todas las plataformas y sociólogos consultados coinciden en señalar a la juventud como una de las esencias de las ONG. Pero también están de acuerdo en otra realidad emergente: cada vez hay más jubilados y prejubilados con mucho tiempo libre que no se resignan a dejar de aportar cosas a la sociedad. En el primer estudio del observatorio de la Plataforma del Voluntariado todavía no se nota mucho esta tendencia: el sector que agrupa a quienes tienen desde 56 años en adelante apenas llega al 10% del total. Sí está claramente marcada la presencia de gente joven: casi la mitad de los hombres y más del 35% de las mujeres que trabajan como voluntarios tienen entre 18 y 35 años. Aunque no son cantidades homologables, la diferencia resulta significativa si se compara la proporción del número de afiliados a los principales partidos políticos y a sus filiales juveniles. En el PSOE no representan ni el 5%; en el PP, algo menos del 10%.
Lo cierto es que las ONG no están exentas de un cariz político. "La ideología lo condiciona todo", dice el sociólogo José Antonio Díaz. "Pero tanto los de derechas como los de izquierdas pueden encontrar organizaciones afines. Normalmente, los conservadores se irán a las ligadas a la Iglesia, mientras que los de izquierdas buscan otras, como el Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad", apostilla.
Pero, ¿qué les lleva tanto a unos como a otros a dedicar su tiempo a una ONG? Quienes trabajan en ellas no se mojan. Dicen que es difícil entrar en motivaciones, que son muy personales. "Hay una pluralidad enorme. Seguro que si vas preguntando, cada persona te puede dar una respuesta diferente", dice José María Medina, presidente de la Coordinadora de ONG para el desarrollo.
Los sociólogos son más precisos. Eduardo Bericat, catedrático de la Universidad de Sevilla estudió el estado emocional de los jóvenes según su participación en la sociedad. Hizo preguntas sobre si se sienten útiles, si son felices, cómo andan de orgullo, en qué medida se aburren o se divierten. Las conclusiones fueron claras. Aquellos que participaban en asociaciones de tipo laico o religioso mostraban unos balances emocionales "sustancialmente más positivos" que los demás. El propio Bericat esboza el porqué: "Las cosas que hacemos pueden ser por motivaciones directamente instrumentales -un trabajo por un dinero, por ejemplo-, pero también a veces recibimos compensaciones morales. Esto sucede cuando ajustamos la conducta a nuestros valores sociales". Como, por ejemplo, cuando dedicamos tiempo a una ONG. "En una estructura social que deja poco hueco para el trabajo en la juventud, que tiende a que se incorporen muy tarde, todas estas acciones semilaborales en organizaciones sociales son muy aptas. Favorecen experiencias vitales muy importantes", añade.
El doctor en Sociología Félix Requena apunta a factores parecidos en su libro Redes sociales y sociedad civil. A la experiencia y los réditos emocionales, incluso profesionales, que aportan las ONG, añade factores que configuran un tipo de compromiso con la sociedad distinto del de hace años: "Los vínculos y obligaciones involuntarias derivados de la clase social, la religión, la raza, son sustituidos por otros de naturaleza más voluntaria. Ahora existe una mayor propensión a que las personas se relacionen con quienes quieren". Esto explicaría, en su opinión, la proliferación de voluntarios y la disminución de vocaciones de misioneros en las iglesias. Los voluntarios se convierten así en una especie de "nuevos misioneros a tiempo parcial", lo que da sentido a "una vida cada vez más desprovista de lo trascendental". "Se puede ser voluntario sin tener que aceptar el peso de unos dogmas difíciles de entender y de llevar", añade.
Esta teoría, aplicada al conjunto de la sociedad, se acentúa especialmente en los menores de 30 años, que dan a la religión muy poca importancia, según el último informe del Instituto de la Juventud. La sitúan, en este orden, por detrás de la familia, la salud, el trabajo, ganar dinero, el tiempo libre, los estudios y el aspecto físico.
Queda aún por debajo la política. El interés por este tema ha bajado cinco puntos, hasta el 18%, en los últimos cuatro años, según el Informe Juventud en España 2008, publicado hace unas semanas. En opinión de Pedro Zerolo, secretario socialista de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG, esto es fruto de un desprestigio que muchos propician en la política. Pero cree que "las mujeres y los hombres jóvenes participan activamente en el movimiento asociativo, que es la antesala de la participación activa en política". Lo dice por experiencia propia. Hace más de cinco años dio el salto desde la Federación de Gays y Lesbianas hacia un asiento como concejal en el Ayuntamiento de Madrid. "España es hoy lo que es gracias al movimiento asociativo. Las organizaciones sociales y ciudadanas son las primeras que recogen las demandas de la ciudadanía y las transforman en discurso, las hacen llegar a los partidos que las incorporan y las hacen leyes", explica Zerolo. El presidente de la Plataforma de Organizaciones de Acción Social, Juan Lara, va más allá: "Vamos por delante del Estado en la detección de las necesidades donde surgen y somos los primeros en intentar paliarlas". Pone como ejemplo la Ley de Dependencia, cuyos objetivos venían cumpliendo muchas asociaciones antes que la Administración.
La gerente de la plataforma del voluntariado da otras explicaciones al desapego por la política: "Los jóvenes buscan cada vez más cambios rápidos, palpables". Según dice, participan en movimientos en los que se sienten identificados, "como los sociales y medioambientales", pero no tan a largo plazo como los políticos. El cambio en la manera de relacionarse con la sociedad influye mucho también en quienes se acercan a las ONG. "A través de Internet interpretan información, están más capacitados para asimilarla de forma gráfica y no tanto en texto. En eso tenemos que evolucionar nosotros también. Un ejemplo muy claro en esta nueva relación es la campaña de Obama: microfinanciación por Internet, participación a un asunto concreto, en favor de un hecho, aunque sea político", explica.
Esta nueva forma de voluntariado la ha sabido captar perfectamente la nueva ONG Microvoluntarios. Han encontrado la forma de que la gente participe desde casa en lo que mejor se le da. Ponen en contacto a voluntarios con ONG. En su página web hay una serie de tareas, que pueden desempeñar, desde pedir subvenciones para una organización, hasta una nota de prensa o una campaña de marketing viral, es decir, propalar por Internet una idea en cadena para convencer a otros. Se creó hace tres meses y ya hay más de 1.500 inscritos, 700 tareas y más de dos centenares de ONG. "Va a ser una revolución porque tenemos muy poco tiempo y con este método podemos hacer algo que nos gratifica de manera cómoda. Ya tenemos muy pocas excusas para no echar una mano", dice José Manuel Areces, director de comunicación de la fundación Bip Bip, que impulsó Microvoluntarios.
Se diferencian de la cooperación tradicional, como el de cuidar enfermos o apadrinar niños. Esta última acción sufrió un serio revés tras los escándalos de hace dos años en asociaciones como Anesvad o Intervida. Los ciudadanos buscan mayor transparencia, organizaciones que les den confianza. Pero siguen contribuyendo. Según los datos preliminares de la memoria sobre 2007 que está a punto de sacar la Coordinadora de ONG, las donaciones particulares crecieron en torno a un 10%, mientras que las públicas, aproximadamente un 7%. Lo que ascendió de forma espectacular fue el voluntariado, en torno a un 20%, según su presidente, José María Medina.
Está por ver cómo afecta la crisis a las ONG. Lucía Tierra, de la plataforma del Voluntariado, recuerda que estas organizaciones se financian en un 70% u 80% a través de subvenciones estatales y del impuesto del IRPF. "Hasta dentro de un año o dos no sabremos si bajan estas partidas". Lo que sí hay ya es muchas más necesidades de ONG por la coyuntura económica. La secretaria de Estado de Política Social, Amparo Valcarce, no es optimista en cuanto a que haya más voluntarios: "La experiencia de otras crisis no muestra una subida en la participación, que tiene más que ver con la salud de la democracia en general". Ignasi Carreras advierte de que las ONG "no dan abasto" y que organizaciones como Cáritas o Cruz Roja están siendo más demandadas que nunca. Pide ahora un esfuerzo de solidaridad. Que cuando alguien vea a unos jóvenes pidiendo fondos para quienes los necesitan, los escuche e, incluso, que colabore.
Pablo Linde en El País.
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