Jesús y la tradición
Dejáis de un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres (Mc, 7, 1-8. 14-15. 21-23)
Se puede invocar a Dios con la boca y tener el corazón muy lejos
Jesús nos habla en este evangelio de que no son las cosas exteriores, ni las tradiciones, ni los preceptos, lo que agrada a Dios. Lo que Dios mira y lo que le agrada es el corazón sano del hombre, su interior, su intención, la orientación fundamental de su vida. Hasta el culto sería vacío sin una actitud recta y de amor.
Hay quien por defender las normas, rompe las relaciones con los demás, excomulga, excluye del diálogo, y hasta se llega a rechazar al prójimo que "no cumple".
"Cumplir" para tener seguridad
También en la fe los cambios han producido inseguridad y confusión. Es natural que muchos busquen un cuerpo doctrinal seguro, un código de conducta bien definido, una organización religiosa fuerte. Ante los individualismos y la anarquía se busca la seguridad de la tradición. Ante la irrupción de tantas novedades, la solidez del pasado.
Es cierto que no se puede releer el evangelio santándose los siglos en los que podemos ver las posibilidades de vida que ha inspirado. Pero se ha de evitar el pensar que la fe se transmite mecánicamente como un objeto que pasa de mano en mano. Una tradición que sea mera transmisión de fórmulas o rúbricas litúrgicas, conduce a una asfixia mortal. Hay que estar en una situación constante de búsqueda de la voluntad del Padre, hoy y ahora.
La manera de vivir lo mismo en un contexto cultural nuevo, consiste en vivir lo mismo de una manera nueva.
Parroquia del Carmen
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