50 años de Intermón Oxfam
El análisis de Intermón Oxfam sobre 50 años de desarrollo alerta del desequilibrio entre las regiones del mundo
La ONG organiza en Madrid una conferencia internacional sobre la lucha contra la pobreza
Durante los últimos cincuenta años, la pobreza y la desigualdad se han reducido a escala global, pero sus efectos se han concentrado en algunas regiones como la africana. Esta es una de las principales conclusiones que se desprende del avance del informe La realidad de la Ayuda 2006-2007, en el que Intermón Oxfam analiza los logros, los fallos y las carencias de la cooperación internacional durante el último medio siglo. El capítulo del informe se ha presentado en el contexto de las jornadas 50 años de lucha contra la pobreza y la injusticia, que Intermón Oxfam celebra el 9 y 10 de octubre en Madrid para reflexionar sobre el pasado y el futuro de la cooperación internacional.
Mientras que el número de personas pobres en los países en desarrollo ha disminuido en los últimos cincuenta años, en África subsahariana la cifra ha incrementado en torno a 140 millones de personas, hasta el punto de que la pobreza extrema ha pasado a ser un problema crecientemente limitado a las economías del continente africano. La tasa de pobreza en esta zona apenas ha variado desde los años 80 y en 2002 alcanzaba ya al 44 % de su población.
Desequilibrios regionales
El rápido crecimiento de China e India durante los dos últimos decenios ha permitido al mundo en desarrollo estrechar la brecha con los países más ricos. Sin embargo, crece la brecha que existe entre regiones del mundo. El 20% de población más rica dispone de tres cuartas partes de los ingresos mundiales, mientras que el 20% más pobre, sólo recibe el 1,5%.
Este 20% de población más pobre del mundo lo componen en su gran mayoría los habitantes de los países subsaharianos. Tras el despegue de las economías asiáticas, la presencia de África en el porcentaje de población mundial más desfavorecida se ha doblado desde 1980. Mali y Níger, dos de los países de los que proceden gran número de inmigrantes que intentan llegar a Europa, están entre los 5 países más pobres del mundo.
Emergencias alimentarias
El número de emergencias alimentarias en el África subsahariana se ha triplicado en los últimos 20 años, pasando de poco más de cinco emergencias anuales a mediados de la década de los 80, a las más de 20 que se producen en la actualidad. Entre los factores causantes de esta aceleración se cuentan los conflictos armados, la pobreza, la falta de inversión en el desarrollo agrícola, la rápida propagación del SIDA, el cambio climático, la corrupción política y las reglas comerciales injustas.
A causa de todos estos factores en estos últimos años el índice de Desarrollo Humano (IDH), que contempla no sólo criterios económicos sino también sociales, ha registrado mejoras significativas en todas las regiones del mundo excepto en África.
Hambre crónica
La malnutrición es especialmente preocupante en los niños menores de 5 años. Según datos de Naciones Unidas, más de 150 millones de niños menores de 5 años tiene un peso inferior al normal. En África subsahariana, el número de niños por debajo del peso aumentó de 29 a 37 millones entre 1990 y 2003. De ahí también que la tasa de mortalidad infantil, que ha remitido en general en el mundo, se mantenga muy alta en la región (100 por cada 1.000 nacidos vivos). La mayor parte de los niños muere además por causas evitables.
Paro creciente
El informe de Intermón Oxfam constata que tener un empleo ya no es un seguro contra la pobreza. La precariedad e inseguridad laboral existentes influyen directamente en las condiciones de vida de los trabajadores acentuando la situación de pobreza en la que vive la mayoría de la población empleada en los países en desarrollo. En el 2005 la población empleada pobre, es decir aquella cuyos ingresos son inferiores a 2 dólares al día, suponía el 48,4% del total de la población mundial empleada. En África subsahariana el porcentaje se dispara hasta el 87%.
Aproximadamente el 90% de la población joven desempleada vive en países en desarrollo. En África del norte el porcentaje de paro juvenil alcanza el 29,4%, y en África subsahariana el 21,1% con el agravante de llevar una tendencia al alza. Según las estimaciones durante los próximos años uno de cada tres jóvenes de África subsahariana estará en paro.
Más negocio, menos ingresos
Dentro del capítulo comercial el estudio detecta una paradoja preocupante: los países en desarrollo han aumentado su volumen de exportación pero ganan menos por culpa de las relaciones desiguales de intercambio, es decir el precio de las exportaciones comparado con el de las importaciones. Desde la década de los 80 el precio del café ha caído cerca del 70%, un producto del que dependen 25 millones de familias en algunos de los países más pobres del mundo. Según las Naciones Unidas, las relaciones de intercambio para las exportaciones de materias primas de África fueron una quinta parte más bajas a finales de los años 90 que a principios de los 70.
Sin este deterioro de las reglas comerciales, la cuota de África en los mercados mundiales de exportación habría sido el doble de la que es hoy, que apenas alcanza el 2% del total del comercio mundial. Por otra parte, gran parte de la ayuda oficial al desarrollo que reciben se dedica a pagar los intereses de la deuda externa. Zambia, por ejemplo, el país con el nivel más alto de infecciones de SIDA en el mundo, gasta más de 2 dólares en pagar su deuda por cada dólar que destina al sector salud.
SIDA y otras enfermedades
El SIDA no es una enfermedad más sino una pandemia en partes de África subsahariana. De hecho, el 70% del total de afectados en el mundo son africanos, y en concreto en la zona subsahariana el impacto se ha multiplicado por tres entre 1990 y 2004. Más de la mitad de las personas infectadas son mujeres jóvenes, con edades comprendidas entre los 15 y los 49 años.
También se ha propagado de manera preocupante la tuberculosis (363 casos por 100.000 habitantes), que se consideraba erradicada. Su propagación se debe en parte a la aparición de cepas resistentes a los medicamentos y también por la vulnerabilidad ante la enfermedad que comporta el SIDA. Por último el paludismo (o malaria) es endémico puesto que el 90% de muertes anuales se registran en el África subsahariana: más de 2.000 niños mueren al día de paludismo y los que sobreviven sufren secuelas, como episodios de fiebre y anemia, que perjudican su desarrollo mental y físico.
Perspectivas de futuro
Las cifras actuales arrojan unas perspectivas alarmantes respecto al desarrollo de África subsahariana. El SIDA y el cambio climático están dejando al territorio sin los recursos humanos y naturales necesarios para la producción de alimentos. Si se continúa al ritmo actual, no se cumplirá en África el compromiso de los gobiernos de reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen hambre en el 2015, tal como se acordó con los Objetivos de Desarrollo del Milenio. De hecho se estima que la desertificación y el incremento de la temperatura media del planeta harán que entre 55 y 66 millones más de africanos pasen hambre en 2080.
Desde la perspectiva de Intermón Oxfam la crisis africana se explica en parte por cómo se ha tratado la problemática: atacando los síntomas pero no las causas. Durante estos años se han abordado las sucesivas crisis ofreciendo ayuda de emergencia y alimentaria, instrumentos que aportan soluciones puntuales pero no a largo plazo. A la par que el gasto en ayuda humanitaria se incrementaba considerablemente, cayó un 43 por ciento la ayuda para producción agrícola en África subsahariana entre 1992 y 2002. Erradicar la pobreza en África es un imperativo ético pero también una necesidad económica para evitar que la situación se convierta en un bumerán con consecuencias nefastas también para Europa.
Intermón Oxfam ha extraído de estos cincuenta años de cooperación otras lecciones que alimentan la esperanza. Se ha demostrado que es posible salir de la pobreza y que el hambre no es un mal inevitable. Para vencerlo no sólo hay que centrarse en la producción estable de alimentos, sino en la capacidad para acceder a ellos de forma diferentes, lo que incluye apoyarse en la producción propia, así como en el comercio y las inversiones como fuente de ingresos, conocimientos y tecnología. Estos elementos, junto con la existencia de instituciones sólidas y estados participativos, han estado en el origen de las experiencias más exitosas de las últimas décadas.
Soluciones
África ha sido durante años un continente olvidado, a pesar de la situación de extrema pobreza en la que viven 300 millones de africanos. Es necesario hacer frente a esta indiferencia de manera inmediata, y afrontar las causas últimas de la pobreza y desigualdad que arrasan el continente. Puesto que el problema es complejo por los múltiples factores, también lo es la solución. De hecho, ninguna solución seria a este problema puede ignorar la importancia de la cooperación internacional ni de abordar la cuestión en toda su complejidad.
Entre los factores que impiden el desarrollo de los países africanos cabe destacar la insuficiente ayuda al desarrollo y ayuda humanitaria que reciben; unas las reglas injustas del comercio internacional que condenan a millones de agricultores y pequeños productores a la pobreza; el desmedido peso de la deuda externa; y los conflictos y la inseguridad exacerbados por el descontrol en el comercio internacional de armas.
Ante esta situación las soluciones deberían pasar por:
+ Incrementar los recursos disponibles para la financiación del desarrollo: Las transferencias procedentes de instituciones públicas y privadas pueden ayudar a superar la brecha financiera en la que están atrapados muchos países en desarrollo, creando las condiciones que les permitirán crecer y romper el círculo de la pobreza. Según los cálculos de la Comisión por África puesta en marcha por el Gobierno británico, África necesitaría 10.000 millones de dólares adicionales a lo largo de cada uno de los diez próximos años si quiere establecer las infraestructuras que necesita para salir adelante.
+ Hacer frente a las crisis humanitarias: La participación de instituciones regionales, donantes y agencias internacionales es un requisito imprescindible para reducir el sufrimiento que provoca una crisis humanitaria. Hay tres ámbitos en los que esta cooperación es particularmente importante: La provisión de ayuda de emergencia de calidad, la responsabilidad de proteger a las víctimas de los conflictos y la reducción de gases contaminantes vinculados al calentamiento global.
+ Poner el comercio al servicio de la lucha contra la pobreza: Las injustas reglas de la Organización Mundial del Comercio y de otros acuerdos internacionales impiden a los países en desarrollo aprovechar las oportunidades que les ofrece el comercio. Aún no se ha logrado reformar algunas políticas que han obstaculizado la prosperidad de gran parte del planeta, como el insensato modelo de protección de la agricultura que se perpetúa en Europa y en EEUU. También es necesario abrir nuevos mercados de exportación en sectores en donde los países en desarrollo son muy competitivos, proteger la capacidad de actuación de los estados cuando está en juego el interés público y reformar las reglas sobre propiedad intelectual que impiden el acceso a medicamentos esenciales.
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