Tres banderas
Las sociedades occidentales modernas han planteado como meta deseable el surgimiento de proyectos vitales autónomos (libertad),a través de la equiparación de derechos u oportunidades (igualdad), y en un contexto comunitario que nos vinculara al otro con la responsabilidad que se manifiesta en las relaciones de parentesco (fraternidad).
200 años más tarde...
* El liberalismo ha enarbolado con orgullo la primera bandera, y sin duda ha profundizado en el reconocimiento de la propia valía y capacidad individual. Lamentablemente, sus formas de concreción socio-económica actualmente vigentes conllevan la preeminencia de un mercado global opresor y alienante para muchos individuos. Enferma la Libertad, ¡viva la Libretá!.
* La segunda bandera ha sido tarea prioritaria del socialismo, contribuyendo de forma inexcusable a la dignificación de la vida para minorías y grupos sociales previamente muy marginados. Su expresión política posterior ha implicado, muy a nuestro pesar, bien el sacrificio de la individualidad a manos de lo colectivo, bien la pérdida progresiva de la identidad más propia. Aguada la Igualdad, ¡viva el Igual-dá!.
* Y finalmente, nos queda casi inédito el abordaje de proyectos políticos de envergadura que, basándose en la tercera gran bandera de la Ilustración, no descuide la relevancia de los dos anteriores. La iglesia de Cristo, tantas ocasiones punta de lanza en lo que a construcción de humanidad se refiere, peca otras veces de un clericalismo complaciente y poco preocupado por la promoción de la justicia, entendida como esperanza exclusiva para el "otro mundo". Pospuesta la Fraternidad, ¡viva la Frat-eternidad!.
Luis Carlos en pastoralsj.
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