Callar, nunca
Instituciones como el Parlamento británico o la CNMV cuestionan la libertad de prensa ante el pánico en los mercados - Renace el fantasma de la censura previa
Para unos se trata de la vieja pataleta de matar al mensajero; para otros un recorte de derechos excepcional pero necesario. La crisis económica ha puesto en la picota la labor de los medios de comunicación. El Parlamento británico ha llegado a abrir una reflexión acerca de si en tiempos de turbulencias los periodistas económicos deben actuar bajo algún tipo de restricción para impedir que sus informaciones disparen el pánico entre inversores y consumidores. Además, la CNMV ha publicado una circular con los criterios para evitar la difusión de noticias o rumores que puedan alterar el precio de las cotizaciones. La CNMV quiere que las compañías eviten las filtraciones para que la información en el mercado sea simétrica. En este sentido advierte que cualquier maniobra de este tipo supone un delito de información privilegiada.
La pretensión de silenciar la labor de los medios con el pretexto de salvaguardar la seguridad de algún colectivo no se limita sólo a la información económica; se da también en otros ámbitos como el terrorismo, la violencia de género o la cobertura de catástrofes. ¿Deben los periodistas callar en estas circunstancias? ¿O es precisamente en momentos de crisis cuando su labor se hace más necesaria?
Algo está claro: si los medios hicieran caso a los Gobiernos y otros poderes, numerosos asuntos relevantes no habrían llegado jamás a la opinión pública. La hemeroteca es la prueba.
El Comité de Economía de la Cámara de los Comunes estudia una serie de reformas regulatorias para evitar que se vuelva a dar un colapso financiero como el que padecemos desde hace ya 18 meses. Entre las alternativas que este organismo ha llegado a barajar se encuentra examinar el papel de los medios en la estabilidad financiera, para determinar si los periodistas deberían "operar bajo algún tipo de restricción durante las crisis bancarias".
El simple hecho de hablar de cualquier mecanismo de censura previa espanta a los colectivos de informadores. Otra cuestión es que desde las propias asociaciones profesionales se haga autocrítica acerca de cómo se está cubriendo la crisis económica.
"Imponer cualquier tipo de limitación sería un auténtico disparate", advierte Magis Iglesias, presidenta de la Asociación de Periodistas de España (FAPE). "En esta crisis, en la que han fallado todos los mecanismos de control, la prensa se erige en la única garantía de la verdad. Si aquellos que han cometido errores que le están costando millones de euros a los ciudadanos quieren un silencio cómplice por parte de los medios de comunicación, están equivocados", añade.
La cobertura que se está haciendo en España sobre la crisis económica está siendo "buena", según la opinión de Magis Iglesias. "Es evidente que hay algunos aprovechados que abrazan el amarillismo para vender más periódicos, pero son siempre casos aislados, como también hay malos taxistas o malos médicos", matiza la presidenta de la FAPE.
En los últimos actos en los que ha intervenido en diferentes provincias españolas, a Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), los empresarios locales le pedían su opinión acerca del tratamiento que están dando los medios de la crisis, ya que en su opinión se estaban cometiendo ciertos excesos. "Por eso creo que el debate que se ha generado en el Reino Unido no está mal traído. Sin embargo, no me parece buena idea que la labor de la prensa se discuta en el espacio político. El poder, ya sea político o económico, suele estar cabreado con los periodistas y le gustaría tenernos más controlados. Los profesionales debemos resistirnos a cualquier tipo de limitación más allá de la que fija la Constitución, porque la libertad de expresión y el derecho a la información pertenecen a la sociedad", argumenta.
Aunque González Urbaneja se opone a que se implanten mecanismos de censura previa, "nuestra labor es informar de todo y a los políticos no hacerles mucho caso", insiste. Eso sí, reconoce que los medios de comunicación sí que deberían tener mayor nivel de autocrítica porque se están dando tendencias peligrosas en la profesión.
"Cuando la Bolsa cayó un 9% el pasado 10 de octubre, las palabras más repetidas en los titulares fueron hundimiento y desplome. A la siguiente sesión el Ibex 35 rebotó un 10% y los periódicos no sabían qué adjetivo usar. Hay demasiada ansiedad, y esta circunstancia genera un exceso de gusto por lo raro, lo extraño y lo extraordinario, pasiones que amenazan la calidad del periodismo".
¿Se discute en las redacciones sobre si las cosas se están haciendo bien? "Me temo que no mucho. Lo que más me preocupa es que hay un deslizamiento en la prensa de calidad hacia el tratamiento sexy de la información, y a veces se corre el riesgo de caer en inexactitudes o mentiras", concluye González Urbaneja.
Ángel Boixadós, presidente de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), pide que no se busquen responsabilidades donde no las hay. "Lo que tiene que haber es una buena práctica profesional. No ser ni muy dramático cuando las cosas van mal, ni olvidar el espíritu crítico cuando las cosas marchan bien. Los medios contribuimos al estado de ánimo, y en la marcha de la economía influye mucho la psicología. Pero de ahí a descargar toda la responsabilidad en los medios me parece un poco exagerado. ¿O acaso no debemos informar de la estafa de Madoff?".
Hace tres años, en España hubo un intenso debate acerca de la información económica que publicaban los medios. El entonces presidente de la CNMV, Manuel Conthe, sugirió que los medios de comunicación desvelaran sus fuentes cuando personas interesadas les filtrasen noticias que pudieran originar una manipulación en el precio de las cotizaciones. Los medios se negaron acogiéndose al secreto profesional. Conthe también promovió que las compañías cotizadas informaran al supervisor del contenido de todas las reuniones que mantuviesen con periodistas.
"Tratamos de incorporar códigos deontológicos en las empresas periodísticas para evitar que de forma involuntaria contribuyeran a difundir rumores interesados. El Tribunal Constitucional defiende la libertad de expresión, pero su jurisprudencia exige a los medios que se cercioren de los datos que les proporcionan para no dar pábulo a intoxicaciones", explica Conthe.
¿Y qué opina el ex presidente de la CNMV de la iniciativa que se ha puesto en marcha en el Reino Unido? "Creo que los medios tienen un sesgo espontáneo hacia el dramatismo porque las noticias trágicas tienen mayor difusión. Esa tendencia hace que el lector vea una imagen del mundo escorada hacia lo extremo. Dicha forma de actuar, en una época de crisis económica, puede contribuir a minar la confianza de la gente. El periodismo riguroso es difícil, caro y necesita tiempo. Por ese motivo a veces suele estar reñido con la competencia por ser los primeros en dar la noticia".
Otro de los defectos que según Manuel Conthe deberían corregir los medios de comunicación es lo que él denomina como efecto aureola. "La prensa suele ser muy dada a ensalzar a aquellas personas que están en la cúspide y ser poco críticas con ellas. Las personas influyentes, bien por su poder, bien por su dinero, suelen tener una protección tácita de los periodistas".
Juan Iranzo, director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), no es partidario de poner límites a la labor de los periodistas. "Sólo habrá que perseguir aquellos casos en los que quede demostrado que hayan falseado la realidad". Iranzo se muestra a favor de la libertad de expresión, aunque apela a la ética de los periodistas, "porque en este momento de crisis la sensibilidad de la gente es muy alta". En su opinión, las turbulencias económicas se están cubriendo de forma asimétrica por parte de la prensa. "La actual crisis tiene muchos orígenes, pero es fundamentalmente una crisis de confianza, y hay medios de comunicación que responden de forma profesional y otros de forma irresponsable".
Damian Tambini, profesor de la London School of Economics, señala que hace falta un nuevo sistema regulatorio para la prensa económica. A su juicio, los códigos de conducta de los periodistas financieros se centran en su vinculación con una empresa, pero no en el impacto de las noticias en el sentimiento del mercado. "Dentro del nuevo sistema normativo que va a emerger tras la crisis económica, una pequeña parte debe dedicarse a determinar el papel del periodismo financiero".
El debate acerca de si los medios deben guardar silencio en determinadas ocasiones no se limita sólo al ámbito económico. La cadena de televisión pública británica BBC tuvo que retirar a principios de diciembre unos reportajes sobre la piratería en Somalia por petición del Ministerio de Exteriores, lo que según los comités de redacción ha dañado seriamente la independencia de la cadena. El Gobierno británico justificó su decisión en que la emisión del reportaje podría haber dañado los esfuerzos para liberar el petrolero saudí que había sido secuestrado.
Para Magis Iglesias, los Gobiernos no pueden decidir de forma aleatoria cuándo conviene y cuándo no emitir una información. En el caso de España, la presidenta de la FAPE recuerda que la Constitución ya fija límites para la libertad de expresión y de información. Éstos son el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la vida.
"Si con una información puedes poner en peligro la vida de un secuestrado se está infringiendo la ley. Por eso creo que la autorregulación es la solución. No pasa nada por retrasar esa información unas horas o unos días", indica. Ahora bien, Iglesias reconoce que en los últimos años "determinadas empresas periodísticas han olvidado que es precisamente el prestigio lo que les garantiza el futuro, y han mirado más a la cuenta de resultados, adelgazando las redacciones y limitando las condiciones de trabajo en ellas". "Precisamente, en situaciones de crisis", añade, "es cuando aflora el buen periodismo, porque es cuando hace falta un profesional que sea cómo se trabaja en situaciones complejas".
Esta visión es compartida por Ángel Boixadós. "En la APIE nos preocupa que algunos editores opten por redacciones de bajo coste. Es posible que se esté rompiendo la cadena intergeneracional de conocimientos".
David Fernández en El País.
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