Acoger una vida cerrada
En el camino, tierra pisada,
encontré una semilla rara,
acerada cáscara brillante,
cerrada sobre sí misma,
hermética defensa,
seguro el gesto,
certera la palabra, todas sus costuras bien selladas.
Para saber quién era
y hace vida su secreto estéril,
abandoné la curiosidad del niño
que revienta su juguete,
o la del sabio bisturí que disecciona
y aprende de la muerte,
o la pregunta experta
calculada como un lazo
que atrapa el paso confiado.
La enterré en el mejor rincón
de mi jardín sin alambradas,
la dejé abrazada
por el misterio de la tierra,
del cariño del sol alegre,
y del respeto de la noche.
Y brotó su identidad más escondida.
verdes hojas primero, temblorosas,
asomándose al borde de la tierra
recién resquebrajada.
Pero al fin se afianzó de vida esperanzada.
Al verla toda ella,
renacida al pleno sol,
con su melena de hojas
a todos los vientos despegada,
supimos al fin quién era
todo su secreto vivo, suyo y libre
Benjamín González Buelta
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