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cuatrodecididos

poemas

Benditos ignotos

 

Benditos los ignotos,

los que no tienen página

en internet, perfil

que los retrate en facebook,

ni artículo que hable

de ellos en wikipedia.

Los que no tienen blog.

Ni siquiera correo

electrónico, todo

les llega, si les llega,

con un ritmo más lento.

Tienen pocos amigos.

No exponen sus instantes.

No desgastan las cosas

ni el lenguaje. Network

para ellos es malla

que detiene la plata de los peces.

Benditos los que viven

como cuando nacieron

y pasan la mañana oyendo el olmo

que creció junto al río

sin que nadie

lo plantara.

Benditos los ignotos

los que tienen

todavía

intimidad.

Juan Antonio González Iglesias

 

Preferencias

Ni las cumbres sublimes ni los ríos
que no han sido ensuciados por los hombres;
ni los palacios ni las blancas ruinas
de los templos antiguos, ni los dioses
de mármol o bronce, iguales todos,
ni la alada victoria ni un bugatti,
y menos aún la música y el baile,
con sus amanerados sacerdotes:
ninguna de esas cosas y de otras
tan admiradas por los más sensibles
y que tienen que ver con el buen gusto
me proporciona una emoción profunda.

Si acaso, los hangares en desuso,
las estaciones fuera de servicio,
el laberinto de las fundiciones,
el brumoso extrarradio, un descampado
en el que sólo puede comprenderse
la perpleja tristeza de los hombres,
y los ríos que arrastran su miseria,
oscuros, majestuosos y solemnes,
y las descomunales escombreras.

Andrés Trapiello

La certeza

Qué ciego estuve, habiendo como hay
tanta luz, tantos signos
que en todo instante la verdad nos dicen.

Hay que abrir los ojos para ver,
aguzar el oído
para oír lo que importa.

Cada vez se apodera
de mí con más pujanza y más dulzura
la certidumbre de que sólo hay vida.

¿Quién que respire y que haya acumulado
en su pecho alegrías y dolores,
noches y días, no intuye
–sin que por ello en ocasiones arda
esa lumbre con llama vacilante–
que no hay muerte que pueda
desdecir y anular eso que somos?

Canta en mi corazón una esperanza
que llena mi presente y me sostiene:
no, la muerte no mata; es también vida,
un misterioso trámite de sombras
que transforma lo vivo,
lo limpia y lo redime.

Eloy Sánchez Rosillo

Lo que necesito de ti

 

No sabes cómo necesito tu voz;
necesito tus miradas
aquellas palabras que siempre me llenaban,
necesito tu paz interior;
necesito la luz de tus labios
! Ya no puedo... seguir así !
...Ya... No puedo
mi mente no quiere pensar
no puede pensar nada más que en ti.
Necesito la flor de tus manos
aquella paciencia de todos tus actos
con aquella justicia que me inspiras
para lo que siempre fue mi espina
mi fuente de vida se ha secado
con la fuerza del olvido...
me estoy quemando;
aquello que necesito ya lo he encontrado
pero aún !Te sigo extrañando!


Mario Benedetti

Pacto

Pacto

Por si acaso llovizna por tu calle
y quieres secar tu cuerpo
entre mis brazos

Por si el silencio te acomete
y recuerdas el lenguaje extraño
que aprendiste a mi lado

Por si regresas
a humedecer de lunas los recuerdos

Por si el trópico te reclama impaciente
entre sus verdes

O por si acaso es de noche en tu morada
dejaré la puerta abierta


María Clara González
“Pasajeros del viento”

El milagro

Esta mañana te he visto distinto
tu paso era danza
tus gestos, poesía
tus ojos rezaban.

Esta mañana la he oído
como nunca antes.
Su murmullo era un canto,
sus protestas, un ruego,
su pregunta, plegaria.

Y a él le he entendido
quizás por vez primera.
Su enfado es herida,
su dureza, miedo,
su cinismo, derrota

Hoy cada rostro
quería contarme una historia
llamándome desde lo hondo de la Vida.
Todas las voces
confluían en un único cántico
que contaba
las dudas, los lamentos,
las fiestas, las declaraciones
de amor
las noches oscuras
los días claros
las equivocaciones
y los sueños.

Y ahora, cuando vuelve la ceguera,
me pregunto quién me abrió los ojos.


José María R. Olaizola

Presentimientos

Presiento la rosa en el tallo dormido,
presagio la caricia y presiento la pena.
Y el beso que han de darme,
y el llanto no nacido
humedece mis dedos
y entristece mis venas.
Presiento que me quiere
quien no puede quererme.
Presiento mis insomnios
y el llorar de una estrella.
Yo presiento su risa
-y en mis versos su huella-.
Y la risa que pasa,
y la duda que seca.
Todo presiento, todo,
lo que pasa en la tierra:
la caricia y el llanto,
el beso y el poema.
Que aunque puedo ser madre,
yo soy como un poeta.


Gloria Fuertes

Tú me salvas


No te cansas de mí,
aunque a ratos
ni yo mismo me soporto.
No te rindes,
aunque tanto
me alejo, te ignoro, me pierdo.
No desistes,
que yo soy necio,
pero tú eres tenaz.
No te desentiendes de mí,
porque tu amor
puede más que los motivos

Tenme paciencia,
tú que no desesperas,
que al creer en mí
me abres los ojos
y las alas…

José María R. Olaizola, sj