Una foto para la historia
Las imágenes de la Sala de Situación de la Casa Blanca captan la gravedad moral del momento
Podemos imaginar la foto que no hemos visto y que la Casa Blanca no quiere que veamos. Hace las veces de prueba definitiva: la de que era Osama bin Laden quien fue abatido por dos disparos a la cabeza. Tiene el morbo de la sangre y el simbolismo primitivo de los despojos del enemigo cazado, y por eso Obama no quiere que se vea. Al menos por el momento, porque en los tiempos en que vivimos sabemos que más pronto o más tarde terminará saliendo. Pero poco cabe esperar de esta imagen convertida en tabú. Hay otra foto, en cambio, que ya hemos visto y que es la buena. No hay cadáver, no hay ejecutores, solo un grupo de personas que mira a una pantalla. Pero esa es la imagen del momento histórico, que la mayor parte de medios de comunicación dieron en sus primeras páginas y fue tomada por Pete Souza, el jefe del equipo de fotógrafos de la Casa Blanca.
Así, pues, en esta foto oficial difundida por el Gobierno se puede ver todo sin que se vea nada. La gravedad de los rostros. La mirada fijada con extrema atención en la pantalla. Hillary Clinton con la mano cubriéndose la boca, en un gesto que puede ser casual pero que se identifica con la angustia contenida. Dos personas poco conocidas, Tony Binken, consejero de seguridad del vicepresidente, y Audrey Tomason, directora de contraterrorismo, que tienen que esforzarse para ver por encima del hombro del jefe de gabinete de Obama, Bill Daley. No se ve en la foto, pero han contado luego fuentes de la Casa Blanca que en ese momento el vicepresidente Joe Biden, que es católico, tiene un rosario en las manos. Solo uno de los personajes no mira a la pantalla, porque teclea atareado sobre el ordenador: es precisamente el único que se puede identificar como militar, el general Brad Webb, jefe de los comandos especiales que estaban realizando la operación.
En esa sala de cortas dimensiones, la famosa Situation Room tan bien contada por la serie televisiva El Ala Oeste de la Casa Blanca, hay otro militar, con su camisa caqui pero sin chaqueta ni condecoraciones, que es el jefe de la Junta de Estado Mayor, el almirante Mike Mullen. Pero no nos hemos entretenido todavía en el rostro del presidente, donde puede adivinarse la máxima concentración. Toda la gravedad del momento, palpable en la imagen de grupo, se halla resumida en la seriedad y la mirada de Barack Obama, el hombre que tomó la decisión, el responsable último de quitar la vida a otro hombre.
Lluís Bassets en El País.
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