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La Palabra dice

Se te ha dicho:

Sé siempre el primero. Saca las mejores notas en la escuela, y rompe con tu pecho la cinta de la meta en toda competencia. Que no veas a nadie delante de tus pasos ni se sienten delante de ti en los banquetes. Asombra a todos los amigos luciendo el último invento, caros juguetes de adulto para despistar el tedio. Que sólo el peldaño más alto sea el lugar de tu descanso.

Pero La Palabra dice:

Siente la mirada de Dios posarse sobre ti, porque él alienta posibilidades infinitas en tu misterio. Despliégate todo entero sin trabas que te amarren, ni el miedo dentro, ni los rumores en la calle, ni la codicia del inversor, ni las amenazas de los dueños. Y no temas sentarte en una silla pequeña con los últimos del pueblo. Allí encontrarás la alegría de crear con el Padre libertad y vida para todos sin la esclavitud de exhibir un certificado de excelencia. A la hora de crear el Reino los últimos de este mundo pueden ser los primeros.

Benjamín González Buelta, sj

Tan cerca de marte. Tan lejos de sí mismos

Tan cerca de marte. Tan lejos de sí mismos

Fiesta de San Ignacio de Loyola


Fiesta de San Ignacio de Loyola

Encuentra tu equilibrio interior

Permanece abierto a cuanto te acontece, pero sigue tu propia estrella

Asume tu tiempo, pero busca tu propio ritmo

Configura el mundo, pero no permitas que te absorba

Busca la energía interior, que se halla en la entrega, no en el ego

Asume tu responsabilidad y fomenta las posibilidades ajenas

Que no te absorba el trabajo, pero haz a gusto lo que haces

Ama el presente y aprende a vivir con serenidad

Vive tus propios valores, pero no valores ni juzgues a los demás

Persigue tus propios objetivos, pero busca también la paz

Sé bueno contigo mismo y abre tu corazón a los demás

Acepta tus propios miedos y transfórmalos en energía vital

En la vida no hay sólo días soleados: acepta también las crisis como oportunidad

Vive tu deseo, porque lo que existe no lo es todo

Acepta tu finitud, pero no olvides que eres infinitamente amado

Busca incesantemente el silencio

Anselm Grün

Paraje natural

Paraje natural

Caritas in Veritate

Caritas in Veritate

El presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, el cardenal Raffaele Martino, y el del Consejo ’Cor Unum’, el cardenal Paul Josef Cordes, presentaron oficialmente Cáritas in Veritate, la última encíclica de Benedicto XVI. Esta encíclica retoma, según palabras del Papa, las líneas de la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI. Esta encíclica, publicada en marzo de 1967, fue dedicada a la cooperación entre los pueblos y al problema de los llamados en ese momento países en vías de desarrollo.

Lee aquí Caritas in Veritate

Dios no me dice nada


El interés por Dios no desaparece tan fácilmente de la conciencia de la persona. A veces puede parecer que ha muerto para siempre. Otras, parecerá brotar de nuevo. Será una inquietud débil y apenas perceptible o una necesidad fuerte y poderosa. Poco importa. Dios sigue ahí. Esta «necesidad» de Dios no se presenta siempre bajo forma de experiencia religiosa. Puede ocurrir incluso que el término «Dios» ya no le diga apenas nada a la persona, porque lo percibe como una palabra cargada de experiencias negativas y poco gratas o como una idea abstracta y confusa, sin apenas resonancia alguna en su corazón. Con el paso de los años, Dios ha podido quedar irreconocible si sólo es presentado mediante cierto lenguaje religioso. Por otra parte, la presencia de Dios puede estar encubierta por otro tipo de experiencias que la persona conoce bien: vacío interior, malestar por una vida trivial y mediocre, deseo de vivir algo diferente. O puede dejarse escuchar tras esas preguntas que, más de una vez, brotan inevitablemente del fondo del individuo: ¿qué es la vida?, ¿qué era yo antes de nacer?, ¿qué me espera al final?, ¿no encontraré nunca la paz que mi corazón anhela? Esta presencia de Dios es inconfundible, y la persona lo sabe casi siempre. Es una presencia que reclama e invita suavemente a la confianza. Su llamada no es una más entre otras. No se identifica con nuestros gustos, deseos y proyectos. Es diferente. Viene de más allá que de nosotros mismos. Podemos acogerla o dejar que resbale una vez más sobre nosotros. Pero Dios sigue visitando a las personas. Así dice el libro del Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa» (3, 20). «Abrir la puerta» significa decir un pequeño «sí», aunque todavía sea un «sí» débil e indeciso. Dar cabida en nuestra vida a Alguien a quien todavía apenas conocemos, dejarnos acompañar por su presencia, no encerrarnos en la propia soledad, retirar poco a poco recelos, resistencias y obstáculos. Empezar a conocer una experiencia religiosa diferente, descubrir, quizás por vez primera, que acoger a Dios hace bien. El relato evangélico nos describe un diálogo inolvidable entre Jesús y dos discípulos que se acercan a él. Jesús les pregunta: «¿Qué buscáis?» Ellos le responden: «¿Dónde vives?» Y Jesús les invita: «Venid y lo veréis.» Quien busca sinceramente a Jesús para captar el misterio que en él se encierra, ha de comprobar por experiencia qué es vivir con él y como él.

José Antonio Pagola

Ten coraje


En todo ser humano hay algo noble, heroico y admirable. ¡Y son muy pocos los que obtienen el merecido reconocimiento! Casi todos obtienen infinitamente menos de lo que les correspondería. Y, en el fondo, todos somos conscientes de este destino amargo, de esta injusticia abismal, connatural a la existencia. Una injusticia metafísica, que ninguna revolución ni ninguna reforma pueden eliminar. De hecho, sólo puede ser redimida por el modo con que cada uno de nosotros se relaciona con el otro, respetando su dignidad, apreciando su trabajo y haciendo justicia a aquello que hay en él de elevado y valioso.

Francesco Alberoni en Ten coraje. Una exhortación a ser dueños de nuestro destino, editorial Gedisa.