Como es difícil distinguir al buen profeta del malo, debemos desconfiar de todos los profetas. Es mejor evitar las verdades reveladas, incluso si nos sentimos exaltados por su simplicidad y esplendor, incluso si las encontramos cómodas porque no nos cuestan nada. Es mejor contentarse con verdades más modestas y menos inspiradoras que son conquistadas laboriosamente, paso a paso, sin atajos, mediante el estudio, la discusión y el razonamiento, y que pueden ser verificadas y demostradas.
Primo Levi, Si esto es un hombre
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