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Industrias farmacéuticas. Cómo invertir en la vida

Invertir en la vida: Cómo lograr el acceso a medicamentos esenciales a través de prácticas empresariales responsables

Existen serias deficiencias en las actuales iniciativas de las industria farmacéutica para garantizar el acceso de las poblaciones pobres a los medicamentos. Las compañías buscan en los mercados emergentes el modo de apuntalar unos resultados económicos cada vez más débiles. Sin embargo, estos países necesitan de forma desesperada medicamentos asequibles y adecuados. Es el momento oportuno para adoptar un enfoque nuevo y audaz. La industria farmacéutica debe poner el acceso a los medicamentos en el núcleo de sus prácticas y de sus decisiones. A largo plazo, no sólo sería una estrategia empresarial más sostenible, si no que permitiría al sector privado desempeñar mejor su papel en el acceso universal a la salud.

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Resumen
El acceso a los medicamentos es fundamental para que las personas alcancen su derecho a la salud. Pese a que la responsabilidad principal de garantizar el acceso a la asistencia sanitaria recae sobre los Gobiernos, el papel de la industria farmacéutica a la hora de porporcionar un elemento básico – los medicamentos – acarrea sus propias responsabilidades.

En 2002, Save the Children, el VSO (Servicio de Voluntariado en el Extranjero) y Oxfam publicaron “Más allá de la Filantropía”, un informe que exhortaba a la industria farmaceútica a contribuir en la solución de la crisis sanitaria en los países en desarrollo. Este informe desafiaba a la industria a tomar medidas en cinco áreas: fijación de precios, patentes, iniciativas conjuntas público-privadas, investigación y desarrollo, y el uso adecuado de los medicamentos. Desde la publicación del informe, la industria farmacéutica ha avanzado de forma vacilante en algunas de estas áreas, principalmente mediante la adopción de modestas políticas para promover el acceso a los medicamentos para enfermedades predominantes, tales como el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria.

Sin embargo, continúa siendo inmenso el desafío que plantea garantizar que millones de personas pobres consigan los medicamentos que necesitan. Esto se debe a la aparición de nuevas enfermedades y la reaparición de algunas ya existentes; a la amenaza de epidemias; y a la creciente carga que representan las enfermedades no transmisibles en los países en desarrollo. La malaria se cobra la vida de un millón de personas cada año, de las cuáles la mayoría son niños y mujeres embarazadas. Dos millones de personas mueren cada año a causa de la tuberculosis. La mitad de las muertes por cáncer en todo el mundo tiene lugar en países en desarrollo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la incidencia del asma está creciendo un promedio del 50 por ciento cada diez años en ciudades del mundo en desarrollo. En la actualidad, los elevados precios dejan fuera del mercado farmacéutico al 85 por ciento de la población mundial.

Las medidas adoptadas hasta ahora por la industria farmacéutica no abordan adecuadamente el problema. Entre las principales deficiencias están las siguientes:

*el fracaso a la hora de aplicar mecanismos sistemáticos y transparentes de precios diferenciados (tiered-pricing) para los medicamentos de valor terapeútico que consume la población pobre de los países en desarrollo, de modo que los precios se establezcan en función de fórmulas estándar que reflejan la capacidad de pago y el precio de las versiones genéricas allí donde existan;

*la falta de investigación y desarrollo (I+D) para abordar la escasez de productos específicos para enfermedades que afectan sobre todo a las personas pobres de los países en desarrollo. Esto incluye la formulación o preparación de medicamentos que sean aplicables y utilizables en el mundo en desarrollo. Entre 1999 y 2004 sólo han aparecido tres nuevos medicamentos para tratar enfermedades ‘olvidadas’, de entre 163 nuevas entidades químicas (NCE, en sus siglas en inglés);

*la persistente falta de flexibilidad en lo que toca a la protección de los derechos de propiedad intelectual. En algunos casos, incluso un lobby activo a favor de unas reglas más estrictas sobre patentes, así como iniciativas legales contra los Gobiernos que hacen uso de las salvaguardas de salud pública contempladas en el ADPIC (Acuerdo de Propiedad Intelectual de la Organización Mundial del Comercio). Con ello se impide el acceso de las personas pobres a versiones genéricas baratas de medicamentos esenciales.

*un peso excesivo de las donaciones de medicamentos, que son impredecibles por naturaleza y provocan el caos en el mercado de medicamentos de bajo precio, socavando la competencia de genéricos.

Oxfam considera que las compañías farmacéuticas podrían contribuir de forma más signficativa y eficaz al acceso a los medicamentos de la población pobre en los países en desarrollo. Existen tres factores que han impedido que la industria farmacéutica avance en la buena dirección:

En primer lugar, las compañías han buscado estrategias que abordan el acceso a los medicamentos simplemente como un problema de reputación, lo que ha generado enfoques fragmentarios ad hoc, más que soluciones sostenibles.

En segundo lugar, las respuestas de la industria farmacéutica a sus menguantes resultados económicos (subir los precios, defender sus patentes de forma agresiva y prolongar las ya existentes a través de la práctica del “ever-greening”, en lugar de invertir en la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos) han socavado la necesidad de precios más bajos, de enfoques flexibles en materia de patentes y de inversión en I+D para enfermedades predominantes en el mundo en desarrollo.

En tercer lugar, la industria farmacéutica ha sido incapaz de reconocer el acceso a los medicamentos como un derecho humano fundamental consagrado en el derecho internacional, así como de aceptar que las compañías tienen responsabilidades en este contexto. También esto ha impedido la adopción de estrategias adecuadas.

Oxfam Internacional

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